Hoy desperté a las mismas horas en las que hace algunos años
despertábamos para partir a un pastizal fuera de la ciudad, solo que hoy mi
vieja coraza ha amanecido húmeda y he querido escribirte, pensando quizá, si la
vida contigo ha sido solo una acumulación de situaciones sin orden entre sí o
ha sido algo más determinado que eso.
Yo, que en toda mi vida he pensado lo primero, confieso que
hoy soy más liviano y quizá también ya me estoy más viejo, porque atrás solo
tengo una estela de sucesos en los que estás tú y hoy que es distinto, pienso
que no debemos reencontrarnos (aún) pues he querido escribirte, con todo el
peso que tiene mi sangre cuando me siento en mi infinita insignificancia. Hoy,
ahora, soy el mismo de siempre y debería saltar de una pata como un diablo
joven y adultero, pero pasa que no quiero ser yo o quizá serlo un poco menos, quizá
mi vida es mejor, roída de un lado.
Intentaré conocerme, para saludarme a mí mismo y algunas
veces también darme la espalda, pues hoy que no estás acá, debo decirte que me
vas hacer cagar sino te olvido, pero no tengo miedo ya que después de todo, mi
ruindad ha perdido algo de intensidad y algo también los estribos, eso me llega
al pincho en alguna facción de mi ser, sé por física que un cuerpo que se
relaciona con otro ya es distinto desde la sola ligazón, ¿será eso? O será que
mi encallozamiento está perdiendo dureza y me estoy volviendo un señorón
huevón y algo sensiblero. Quiera que sea lo último pues después de todo, como
te dije alguna vez, nada me (nos) fue suficiente.
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